Como he estado muy ocupado con la jornada de hace unos días en Tres Cantos he tenido que dejar mis apreciaciones sobre los sitios donde hemos ido a comer la semana pasada, pero ahora que tengo un rato libre, empezaré con esta.
Después de tanta lluvia caida en Sevilla, durante la Semana Santa, nada mejor que ir al campo a disfrutar del frescor de la hierba, la pureza del aire y una buena comida campestre.
En la localidad de Alájar, en pleno corazón del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, en Huelva, se encuentra el Restaurante Casa Padrino.

Benito Arias Montano
Este local, con una gran historia entre sus paredes, está situado en una antigua granja que fue casa de los inquisidores de la comarca entre los siglos XIV y XV, en 1527 perteneció a Benito Arias Montano, en 1755 fue la residencia del cardenal Cienfuegos y desde 1984 se convirtió en el actual restaurante donde la que fue la capilla del cardenal es el actual comedor.
Para resumir la impresión que sientes al ver el lugar, nada mejor que las palabras de Arias Montano…
no hallé sitio comparable a éste,
y que
El restaurante está lleno de detalles campestres en la decoración, lo que le otorgan un ambiente rústico ideal para degustar los platos típicos de la región elaborados con productos frescos locales y de manera artesanal.
Antes de continuar, he de comentarte que he ido en varias ocasiones a Casa Padrino, y se ha convertido en mi favorito, no sólo por la calidad de sus platos, sino por la cantidad que ponían en los mismos, aunque en esta ocasión, me llevé un decepción ya que aunque continuaban con la calidad acostumbrada, la cantidad ya no era la misma que antes, no se si fue por la fecha de Semana Santa o porque han cambiado de política en la cocina (supongo que para no tirar tantas sobras), pero por favor, espero que al volver a comer allí todo sea como antes.
Para empezar, hay que tener en cuenta que es necesario reservar mesa, en el teléfono 959 125 601, ya que si esperas llegar y encontrar mesa libre, te vas a quedar con las ganas al ver todas con el cartelito de Reservado.
Te adelanto que la cocinera, Manola, pone un mimo en la cocina que se aprecia en lo bien preparado de cada plato, pero sobre todo se nota su extensa experiencia en la cocina lo que valoro bastante bien;, y junto al buen trato y servicio de los camareros (sus hijos), Sancho o Nicolás, hacen que la espera sea mínima y valga más que la pena.
Del menú te recomiendo los platos de la casa, como las Pencas de acelgas, Presa al padrino, Lomo con castañas y Revuelto de hierbas del campo (por cierto un gran secreto familiar); aunque tampoco se quedan atrás el resto de los platos.
Para acompañarlo tienen una variada carta de vinos, aunque muy a pesar mío, eran los más comerciales, nada de la tierra.
Y para terminar os recomiendo los postres caseros, que aunque no los hagan ellos directamente, se nota que están elaborados de forma artesanal.
En fin, de la carta escogí para empezar, el Revuelto de hierbas del campo (realmente buenísimo), de segundo Pencas de acelgas, que cambié la mitad por Presa al padrino, para así disfrutar de los dos platos, es lo bueno de ir con gente a comer, que siempre puedes convender al alguien para que te cambie la mitad del plato por el tuyo.
Para la comida la elección de la carta de vinos, fue Protos, un vino tinto roble de 2009, perfecto para el revuelto y la carne consistente, con D.O. Rivera del Duero, ese color cereza con ligero tono violeta, en nariz con un aroma a fruta roja con un toque a vainilla y en boca tan suave pero largo e intenso, multiplicó por tres el momento y el sabor de los platos.
Y finalmente, pero para mi de lo más importante, la elección del postre, fue una porción de pudín de nueces y un flan de nueces acompañado de un licor sin alcohol para ayudar a la digestión, que siempre viene bien si luego se pretende dar un paseo, como era nuestra intención de subir a Peña de Arias Montano, a un kilómetro del pueblo de Alájar, donde se encuentra la Ermita Nuestra Señora de los Ángeles que desde el siglo XV es el centro religioso de la comarca, pero sobre todo desde la misma se pueden hacer una fotografías espectaculares.
La comida transcurrió entre la amena conversación, disfrutando de los platos y el vino, sintiendo el frescor y el sonido de la lluvia; y con el calor y olor a madera en la chimenea, hizo el almuerzo uno de esos momentos para recordar y desear repetir, por lo que si estas en las cercanías, te recomiendo que vayas.
Por último, como colofón te recomiendo que pidas que te enseñen la bodega, donde al entrar a la misma parece que has viajado en el tiempo ya que se puede distinguir la antigua cocina, almacén y estancias de los sirvientes con el encanto de ver toda la varidad de vinos.
Donde encontrarlo: Plaza Miguel Moya nº 2, Alájar, Huelva
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